El mes pasado, el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, anunció la prohibición de importación de prendas usadas, que él calificó de “ropa de gente blanca muerta”. El motivo, aseguró, es que impide el crecimiento de las industrias textiles nacionales.
“Cuando una persona blanca muere, juntan su ropa y la envían a África, Por eso le declaro la guerra a la ropa de segunda mano”, dijo el líder del país africano, según declaraciones recogidas por medios ugandeses. Otra de las prohibiciones también han sido importar cables y contadores eléctricos.
En el mismo contexto, el jefe de estado ugandés ha matizado que “tenemos productores de ropa nueva [en Uganda], pero no consiguen introducirse en el mercado”, lamentó Museveni en la ceremonia de colocación de la primera piedra de nueve fábricas en un parque industrial de la ciudad de Mbale, al este del país. “Estas fábricas emplean a más de 2.000 jóvenes, y muchos están haciendo ropa, pero no pueden venderla si el mercado está inundado de ropa de gente muerta”.
Uganda importa una media de 6.668 toneladas métricas de ropa de segunda mano al mes y recauda 19.880 millones de euros con ellas, según la Autoridad Tributaria del país. La importación de ropa de segunda mano se multiplicó por cinco entre 2001, de los 25,6 millones de euros a los 128 millones de 2016, según un informe del Economic Research Policy Centre.
Desde el anuncio del presidente, James Kajubi ha estado preocupado, sin saber a ciencia cierta si las autoridades empezarán a tomar medidas contra los comerciantes que venden ropa usada. “Es estresante pensar que pueden cerrar mi negocio en cualquier momento”, confiesa este licenciado en Tecnología de la Información de 34 años, que no logró conseguir trabajo de lo que estudió y ahora se dedica al comercio de prendas usadas en el mercado de Saint Balikudembe, en Kampala. “Si nos prohíben vender ropa de segunda mano, ¿de dónde vamos a sacar para comer?”, se pregunta. Su colega John Katumba, que lleva 18 años importando estos materiales, teme perder los tres contenedores de prendas que ha comprado, procedentes de la India. Ahora se está pensando cambiar de línea de negocio. “No puedes levantarte y de repente tomar esta decisión de prohibir la segunda mano”, dice, sobre el anuncio del presidente. “Esto es quitarnos la libertad de ganarnos la vida. Mi ruego al Gobierno es que nos permita vender ropa usada, que no es ilegal, como la venta de drogas”.
Todavía no está muy claro cómo se aplicará la prohibición. Bbosa Ibrahim, portavoz de la Autoridad Tributaria de Uganda, explica que su institución trabaja conjuntamente con el Ministerio de Finanzas y Desarrollo Económico y con el Ministerio de Comercio para desarrollar la nueva legislación. “Se informará a los ciudadanos de los detalles a su debido tiempo”, subraya.