Una de las grandes sorpresas del nuevo Gobierno francés anunciado este viernes fue que el poderoso Ministerio de Educación pasa a manos del historiador de origen senegalés Pap Ndiaye, un novato en política que era hasta ahora director del Museo Nacional de Historia de la Inmigración.
Ndiaye, nacido hace 56 años de un padre senegalés y una madre francesa, toma las riendas de uno de las carteras de peso, tanto por su dotación presupuestaria -la más elevada-, como por la complejidad en su gestión por el alto número de empleados que dependen de él, 1,2 millones.
Profesor en el prestigioso centro universitario de Sciences Po de París, el académico sustituye a Jean-Michel Blanquer, quien presumió de haber logrado acabar el quinquenio en un cartera sensible, pero desgastado en el último año por polémicas personales y por su mala relación con los sindicatos de enseñantes.
El nuevo ministro nació en Antony, una ciudad de la periferia de París relativamente acomodada, lejos de departamentos conflictivos como el del Saint-Denis, tomó consciencia de la problemática racial cuando estudió en los años 90 en Estados Unidos.
Desde entonces, marcado por autores fundamentales de la lucha por los derechos de los negros como Frantz Fanon, se doctoró en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París y publicó en 2008 un ensayo sobre las dificultades de la población negra en Francia.
Desde su puesto en el Ejecutivo de Emmanuel Macron, el historiador, hermano de la escritora Marie Ndiaye (premio Goncourt en 2009), tendrá la oportunidad de cambiar el rumbo de los planes de estudios y tratar de modificar la mirada de los estudiantes hacia la inmigración.
“Los franceses ven la historia de la inmigración como un poco marginal, pues no está integrada en el discurso fundador de la nación que ellos mismos hacen, contrariamente a lo que sucede en Estados Unidos”, dijo en una entrevista a EFE Ndiaye en mayo de 2021, cuando acababa de asumir la dirección del Museo Nacional de Historia de la Inmigración.