Aunque hemos sido instruidos repetidamente en la importancia de dormir al menos 8 horas, la ciencia está arrojando nueva luz sobre esta norma.
El insomnio y la hipersomnia, la falta y el exceso de sueño respectivamente, tienen efectos perjudiciales para la salud mental. La falta de sueño está relacionada con trastornos psiquiátricos y deterioro cognitivo, mientras que el exceso de sueño puede aumentar los pensamientos y comportamientos suicidas. La interrupción de las ondas lentas del sueño profundo puede influir en la memoria y la falta de sueño puede elevar los niveles de la proteína beta-amiloide, vinculada con el Alzheimer.
El sueño de calidad es crucial para prevenir problemas de salud como la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares. No dormir lo suficiente debilita el sistema inmunológico, afecta el estado de ánimo y compromete la función cardiovascular.
Además, está relacionado con la alteración del metabolismo de la glucosa y la regulación del apetito, lo que puede contribuir a la diabetes tipo 2 y la obesidad. La inflamación crónica también puede surgir debido a la falta de sueño, ya que aumenta los marcadores inflamatorios en el cuerpo.
Un estudio publicado en Nature Aging, que analizó los hábitos de sueño de casi 500.000 adultos, reveló que tanto la falta como el exceso de sueño tienen un impacto negativo en la función cognitiva. Contrariamente a la creencia popular, el estudio encontró que la cantidad óptima de sueño para mantener el cerebro en su mejor estado es de 7 horas.
En resumen, la ciencia está demostrando que el número mágico de 8 horas de sueño no es la única clave para una buena salud. Mantener un equilibrio de alrededor de 7 horas de sueño de calidad es fundamental para preservar la función cognitiva, la salud mental y física en general.