El anuncio oficial del Consejo Constitucional de Mauritania el jueves 5 de julio confirma a Mohamed Uld Ghazuani como presidente de la República Islámica de Mauritania, citando la victoria del mandatario con más del 56% de los votos según el artículo 26 de la Constitución.
Las elecciones, celebradas el pasado sábado, estuvieron marcadas por la polémica desde el inicio. El principal opositor y activista, Biram Dah Abeid, quien obtuvo el 22% de los votos, denunció el domingo irregularidades electorales y llamó a manifestaciones pacíficas, las cuales fueron restringidas por las autoridades mauritanas con la limitación del acceso a Internet a través de los teléfonos móviles.
Además de Abeid, otros actores políticos como Balla Touré, cercano al candidato opositor El Id Mohameden Mbareck, criticaron el proceso electoral, señalando actos hostiles y cuestionando la integridad del sistema de gestión electoral. El candidato Mbareck, respaldado por el 3,57% de los votantes, no ha reconocido los resultados y ha destacado contradicciones con los principios democráticos fundamentales.
Con una participación del 55,39% del electorado, las elecciones han sido vistas como cruciales para la estabilidad democrática de Mauritania, un país con una población de cerca de cinco millones de habitantes y que ha experimentado una historia tumultuosa de golpes de Estado hasta la primera transferencia pacífica de poder en 2019.
La situación política en Mauritania cobra especial relevancia en el contexto del Sahel, una región amenazada por el yihadismo. Mauritania, hasta ahora, ha logrado mantenerse relativamente al margen de la expansión de grupos yihadistas desde 2011.
La confirmación de la reelección de Uld Ghazuani como presidente supone un paso más en la consolidación del sistema democrático en este país del noroeste africano, aunque las acusaciones de fraude y las protestas persistentes plantean desafíos significativos para la legitimidad del proceso electoral.