Paul Nthenge Mackenzie, un extaxista que se autodenominaba pastor, incitó a sus seguidores a ayunar hasta la muerte para “encontrar a Jesús” antes del fin del mundo, que según su predicción debía llegar en agosto de 2023.
Fue detenido en abril, tras encontrarse 429 cadáveres en el bosque de Shakahola, cerca de la costa keniana del océano Índico, donde Mackenzie predicaba.
Las autopsias revelaron que la mayoría de las víctimas murieron de hambre mientras otros, incluyendo niños, habrían sido estrangulados, golpeados o asfixiados.
Mackenzie y otros 29 acusados se declararon inocentes el martes de los cargos de “asesinato”, según un periodista de la AFP que asistió a su comparecencia ante un tribunal de Malindi, diez meses después del descubrimiento de este caso que conmocionó a Kenia, país del este de África de religión predominantemente cristiana.
El líder de la secta ya se había declarado inocente de los cargos de “terrorismo”, “tortura” y “crueldad”, entre otros, que se le imputaron previamente.
Según la acusación, 191 de las 429 muertes corresponden al cargo de “asesinato” y 238 a “homicidio involuntario”.
Los macabros hallazgos llevaron al gobierno keniano a plantear la necesidad de establecer mayores controles sobre denominaciones religiosas, en un país con una historia de pastores autoproclamados, que lucha por regular las iglesias y los cultos involucrados en la criminalidad.
Los cuatro aspectos de la acusación a Mackenzie (terrorismo, delitos contra menores, asesinato, homicidio involuntario) se repartieron entre cuatro tribunales, tres en Mombasa y uno en Malindi, en el sureste del país.