Por el Rvdo. P. Fernando Ignacio Ondo, Dr. en Derecho Canónico y Experto Universitario en Relaciones Internacionales.
Las personas, en un momento de nuestras vidas, nos enfrentamos a situaciones tan difíciles y complicadas que aparecen cuando menos lo esperamos, tal es el caso de la nueva pandemia del Covid-19, que para algunos empieza a suponer una catástrofe.
Pero sobre toda esta incertidumbre, la Iglesia, haciendo memoria de las palabras del Señor Jesucristo en Jn 14:1: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi” nos recomienda a todos a mantener una actitud de esperanza durante este periodo que está pasando la humanidad.
Tenemos que admitir que la adversidad es un hecho de la vida, pero controlar cómo reaccionar ante ella es mejor que darse por vencido. Estamos pasando por uno de los momentos más duros de nuestra era y es conveniente que todos hagamos nuestra parte para mitigar las consecuencias que conlleva esta crisis sanitaria.
En este tiempo los creyentes tendemos o a sufrir en pasividad esta cuestión, o a anhelar las cosas del pasado. Pero ninguna de las opciones debe ser la actitud a adoptar, sino que urge poner en práctica un proyecto de convivencia humana que garantice a todos un mejor porvenir.
Es obvio que con la llegada de la pandemia aumenten las desigualdades, el hambre, la pobreza, etc.; sobre todo en los países con menos recursos. Por lo que el interés de ser sensible a las dolencias de los demás y crear un cuerpo de solidaridad que vaya más allá de lo habitual es vital. Y se puede lograr solo a través de una remodelación de las dimensiones que en términos de fe se denominan “estructuras de pecado”, es decir, las opresivas e injustas. Porque el bien común no puede lograrse sin una verdadera conversión de las mentes y los corazones.
Este tiempo debe servirnos para apreciar la vida aún más, para entender y atender mejor a otras personas, para ser más humildes, para amar y transmitir un mensaje de esperanza a los hermanos para que “no se turbe su corazón”, sino que, “crea en Dios y también en el Señor Jesucristo” que volverá la normalidad.