Noche ‘azzurra’ en el olímpico de Tokio, con dos oros, el del salto altura, esta vez compartido, y en la final que proclama al hombre más rápido del planeta, los 100 metros. El italiano Lamont Marcell Jacobs sorprendió a todo el mundo, incluidos sus rivales, y se llevó un título en un apretado esprint tras un duelo que estuvo más abierto e incierto que nunca. Los jamaicanos quedaron fuera de las medallas mientras el sucesor en el trono de Bolt ganaba la carrera de su vida.
La final de 100 metros coincidió con el final del salto de altura. El catarí Mutaz Barshim y el italiano Gianmarco Tamberi protagonizaron ayer uno de los concursos más entretenidos y disputados de la década, superando el listón sin tropiezos desde el arranque. Saltos limpios hasta superar los 2,37, tras seis intentos del catarí y siete del italiano. Tan limpio y disputado que ambos decidieron hacer tablas cuando se vieron incapaces de superar el muro de los 2,39 metros con el que se toparon, con el resto de los competidores ya eliminados.
Se jugaban el oro en 2,39. Tras tres intentos con el listón por los aires o pegado al trasero, debían volver a saltar una altura inferior para desempatar, a 36 grados a la sombra y 90% de humedad. Entonces se reunieron un momento con el juez de pista y le informaron que no saltarían más, que compartían el oro, tan amigos. Tamberi y Barshim lo estaban celebrando por todo lo alto cuando se escuchó el disparo para ver quien iba a ser el hombre más rápido del planeta.
Tamberi no se lo creía. Acababa de lograr anotar un oro para Italia y ahora se disponía a felicitar efusivamente a su vecino de piso en la Villa Olímpica, Lamont Marcell Jacobs, que acababa de ganar la final de 100 metros y el segundo oro para Italia, con el mismo tiempo que Usain Bolt en Río, 9.80 segundos, nuevo récord de Europapara un ex saltador de longitud de 26 años, de madre italiana y padre estadounidense.
Desde el triunfo de Linford Christie en Barcelona-92, ningún otro atleta europeo había logrado el título, y menos un semidesconocido de nacionalidad italiana, aunque preparado por el técnico de André De Grasse y Tryvon Bromell, este último eliminado en semifinales.
No tan desconocido
La plata fue para el estadounidense Fred Kerley, que acabó en 9.84. “Realmente, no sé nada de él”, afirmó Kerley cuando se le preguntó por Jacobs. El canadiense André de Grasse estuvo más deportivo, como Barshim y Tamberi en ese instante. Celebró su cuarta medalla olímpica, un bronce con 9.89 y felicitó al ganador, uno de sus compañeros de fatigas en Jacksonville, que en marzo registró un 6.47 para ganar el oro en el Europeo en pista cubierta de Torun, un anticipo de lo que podía suceder en Tokio.
Jacobs es el primer esprínter italiano en ganar el oro olímpico tras el título logrado por Pietro Mennea en Moscú-80. Ya no será tan desconocido, al menos en Italia. El nuevo campeón olímpico nació en El Paso, pero se crio en Italia.
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