El vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, ha advertido que es «completamente imaginable» un ataque de precisión con misiles contra la sede la Corte Penal Internacional, que el pasado viernes emitió una orden de arresto contra el presidente de Rusia, Vladímir Putin.
«Todos estamos a merced de Dios y de los misiles», escribió este lunes Medvédev, presidente de Rusia entre 2008 y 2012, en su canal de Telegram. En el mensaje asegura que es totalmente posible que «empleo preciso de un misil hipersónico Ónix lanzado por un buque ruso desde el mar del Norte contra la sede del Tribunal de La Haya».
«El tribunal es sólo una organización miserable, no es la población de los países de la OTAN. Por eso no comenzarán una guerra. Tendrán miedo. Nadie lo lamentará. Así que, señores jueces, miren atentamente el cielo….», advirtió.
Medvédev ha elevado el tono de su amenaza y ha asegurado que las consecuencias de la emisión de una orden de arresto contra el presidente de una potencia nuclear «serán monstruosas» para el derecho internacional.
«Ahora nadie acudirá a los órganos internacionales y todos los acuerdos serán por separado. Todas las estúpidas decisiones de la ONU y otras estructuras se harán trizas. Comienza el ocaso tenebroso de todo el sistema de relaciones internacionales», ha augurado.
Orden de arresto
Este viernes la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Putin como presunto responsable «del crimen de guerra de deportación ilegal de población (niños) y traslado ilegal de población (niños) de las zonas ocupadas de Ucrania a Rusia».
Los delitos de los que se le acusa ocurrieron al menos desde el 24 de febrero de 2022 en el «territorio ocupado de Ucrania», señaló la CPI, que considera que hay «motivos razonables» para creer que Putin tiene «responsabilidad penal individual» por el crimen de guerra que supone la deportación de menores.
Junto con la orden de detención contra el presidente ruso la sala de cuestiones preliminares de la CPI emitió también una segunda orden contra la comisionada presidencial para los Derechos del Niño en Rusia, María Lvova-Belova, bajo la misma acusación.
Desde el primer momento, el Kremlin ha sido categórico para rechazar como «jurídicamente nula» cualquier decisión del Tribunal de La Haya, ya que no reconoce su jurisdicción.
Países como Alemania han aplaudido esta orden de detención, algo que para Rusia, señalan, supondría a la ruptura de relaciones entre ambos países. Preguntado acerca de si el reconocimiento de Alemania de la orden de arresto de Putin podría conducir a la ruptura de relaciones entre los dos países. «Rusia ha hecho y va a hacer todo lo que de la mejor manera se corresponda con sus intereses», ha señalado el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov.
Más de 6.000 niños ucranianos robados, entre los cuatro meses y los 17 años y que provienen de zonas como Donetsk y Lugansk, han sido enviados por Rusia a campos de reeducación para recibir una educación militar, además de una enseñanza académica rusa y de patriotismo cultural, con el objetivo de negar y suprimir la identidad, la historia y la cultura de Ucrania y cortar la comunicación entre niños y familiares.
Además, cientos de menores ucranianos han sido puestos en el sistema de adopciones y en orfanatos rusos, lo que podría constituir un «crimen de guerra», según un informe publicado por el Laboratorio de Investigación de la Universidad de Yale financiado por el Departamento de Estado de EEUU. El Gobierno de Ucrania cifra en 14.700 los niños que han sido deportados a Rusia desde el inicio de la invasión el 24 de febrero.
La investigación desvela que Moscú tiene retenidos a miles de menores ucranianos, cuyos padres están vivos en la amplia mayoría de casos y residen aún en Ucrania, en 43 centros, de los que 41 fueron utilizados en el pasado como campamentos de verano infantiles.
Estos centros están repartidos por todo el territorio ruso, así como en zonas de Crimea, Siberia e, incluso hay una instalación de este tipo en Magadán, en la costa rusa del Pacífico, más cerca del EEUU continental que de Moscú.
En el 78% de estas instalaciones se llevan a cabo métodos de reeducación de menores ucranianos. La investigación proporciona fotografías y vídeos de menores que no muestran a niños sentados en aulas sino manejando armas de fuego, haciendo ejercicios de entrenamiento como salto de obstáculos o la conducción de vehículos. El informe denuncia que «los efectos devastadores de la guerra de Putin en los niños de Ucrania se sentirán durante generaciones».
De esos 43 centros que se han localizado, 32 están llevando a cabo «esfuerzos sistemáticos de reeducación» para «exponer» a los menores ucranianos a una educación militar, además de una enseñanza académica rusa y un patriotismo cultural, a través de estudios escolares, excursiones a sitios con gran carga ideológica y charlas de veteranos.
El objetivo de esta falta de contacto con las familias serían evitar el regreso de los menores y reeducarlos en la cultura rusa con el objetivo de darlos en adopción a familias de Rusia.