Un nuevo informe de la Oficina Regional para África de la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluye que la mayoría de los países africanos siguen dependiendo en gran medida de los pagos directos (o gasto sanitario de bolsillo) para financiar sus servicios de salud, e insta a los países a reducir las tensiones financieras que los elevados costos de la atención sanitaria suponen para su población.
La práctica de los pagos de bolsillo, advierte el informe, sigue y suponen una carga financiera para más de 200 millones de personas, incluso empujando a más de 150 millones de personas a la pobreza o a una pobreza más profunda (datos más recientes, de 2019) en toda la Región de África de la OMS, imponiendo un alto precio a la salud de las personas y obstaculizando el progreso en el logro de la cobertura sanitaria universal.
De hecho, en todo el mundo, la mitad de las personas empobrecidas a causa de los pagos de su propio bolsillo viven en África, una tendencia creciente y preocupante.
Tener que pagar de su propio bolsillo los medicamentos y otros gastos sanitarios puede inclinar instantáneamente la trayectoria de la vida de una persona hacia la penuria económica y la mala salud. Estos pagos obligan a muchas personas a gastar menos en otras necesidades básicas como alimentación, vivienda y servicios públicos, lo que, a su vez, puede empeorar su estado. Esto también crea una barrera importante para los más pobres y vulnerables, que no pueden obtener, como consecuencia, la atención que necesitan.
«A pesar de los esfuerzos de los países por crear sistemas de financiación sanitaria más sostenibles, queda mucho por hacer para que la población de toda África tenga acceso a los servicios sanitarios de calidad que necesita, cuando y donde los necesita, sin tener que pasar penurias económicas», señaló el Dr. Moeti, director regional de la OMS para África
Entre 2000 y 2019, el periodo analizado por el informe, el número de personas que realizan pagos de bolsillo «catastróficos» (es decir, que gastan más del 10% de su presupuesto familiar en medicamentos y otros gastos sanitarios) aumentó cada año en 2,5 millones de personas (de 52 millones en 2000 a 95 millones en 2019).