El aumento de la violencia en varias partes del mundo ha dejado a millones de niños en peligro de ser reclutados por grupos armados, advirtió UNICEF. Más de 473 millones de menores viven en zonas de conflicto, lo que los hace vulnerables a esta práctica.
En 2023, Naciones Unidas confirmó al menos 8.655 casos de reclutamiento infantil, pero los expertos creen que la cifra real es mucho mayor.
«Los números van a ser altos», afirma Ernesto Granillo, especialista de UNICEF, explicando que en países como Birmania, Malí y Nigeria es muy difícil verificar cuántos niños han sido reclutados debido a la falta de acceso a las zonas de conflicto.
UNICEF señala que la República Democrática del Congo (RDC) y Haití son dos de los lugares más afectados. En la RDC, la violencia en el este del país, impulsada por el grupo rebelde M23, ha obligado a UNICEF a reducir su personal en la zona. Mientras tanto, en Haití, el reclutamiento infantil ha aumentado un 70 % en el último año debido a la creciente presencia de bandas armadas.
Los niños varones son los principales reclutados, pero las niñas también son víctimas, enfrentando matrimonios forzados y violencia sexual. Marie, una joven de la RDC, fue secuestrada a los 14 años y sufrió abusos antes de lograr rehacer su vida con el apoyo de UNICEF.
Sin embargo, la liberación no siempre significa el fin de los problemas. Muchos de estos niños enfrentan rechazo al regresar a sus comunidades. Granillo explica que, en algunos casos, es más seguro alejarlos de su entorno para protegerlos.
«Un niño reclutado por un grupo armado siempre es una víctima, aunque parezca que se unió voluntariamente», enfatiza.
A pesar de todo, algunos jóvenes logran salir adelante. Granillo cuenta el caso de una joven colombiana que pasó años en una guerrilla y quedó discapacitada tras un accidente con un explosivo. Ahora, ha reconstruido su vida con optimismo.
Albert, un joven de la RDC, también escapó de un grupo armado y ahora pide ayuda para que otros niños en su situación puedan tener un futuro mejor.
UNICEF insta a la comunidad internacional a exigir responsabilidades a quienes vulneran los derechos de los niños y a invertir en su recuperación.
Sin embargo, la solución más importante sigue siendo la paz. «La mejor protección para la infancia es que no haya conflicto», concluye Granillo.