Alexander Smirnov, el confidente cuya declaración al FBI acusó “falsamente” al presidente de Estados Unidos Joe Biden y a su hijo Hunter de haber recibido sobornos de la firma ucraniana Burisma, se ha declarado culpable de obstrucción a la justicia y delitos fiscales. Smirnov admitió haber fabricado las acusaciones que sirvieron como base para que los republicanos promovieran un escándalo de corrupción contra los Biden en la campaña presidencial de 2020.
Según documentos judiciales presentados este pasado jueves, Smirnov declaró falsamente que Joe Biden, en su etapa como vicepresidente, había recibido una comisión de cinco millones de dólares de Burisma. Las investigaciones del FBI no encontraron pruebas que respaldaran estas afirmaciones, pero las mentiras de Smirnov fueron utilizadas por los republicanos para intentar debilitar políticamente a Biden. La acusación formó parte de sus esfuerzos por promover un “impeachment” en la Cámara de Representantes, aunque este nunca prosperó.
Además de admitir su falso testimonio, Smirnov reconoció haber cometido delitos fiscales al no declarar más de 2,3 millones de dólares recibidos entre 2020 y 2022. Durante ese tiempo, gastó grandes sumas de dinero en bienes de lujo, incluidos un piso en Las Vegas, un Bentley y joyas. Los fiscales también indicaron que Smirnov tenía vínculos con la inteligencia rusa, lo que levantó sospechas sobre posibles motivaciones políticas detrás de sus acusaciones.
El empresario enfrenta una condena que podría ir de cuatro a seis años de prisión, un año de libertad condicional y la restitución de 675.000 dólares en impuestos no pagados. La sentencia, que aún debe ser aprobada por un juez federal, supone el cierre de un capítulo que ensombreció la campaña de Biden y marcó los intentos de los republicanos por asociarlo con la corrupción.
Por su parte, Hunter Biden, investigado por evasión fiscal y compra ilegal de un arma, fue indultado recientemente por su padre, Joe Biden. Los delitos del hijo del presidente no guardaban relación con las acusaciones de Smirnov, pero estas sirvieron para dar impulso político a un caso que ahora se desmorona con la confesión del falso confidente.
