En los alrededores de la zona donde se encuentra el supermercado Martínez Hermanos se registra a diario la presencia de unos jóvenes pidiendo dinero a los ciudadanos que hacen compras en este establecimiento y demás negocios que se lo encuentran en la zona.
Para muchos de los que frecuentan estos negocios, el hecho de vivir esta actitud de estos jóvenes, muchos de ellos menores de edad, les resulta incómodo e incluso indignante. Además de ser numerosos, siempre se les encuentra parados en las aceras, cerca de los vehículos de los clientes para que éstos les den algo de dinero y muchos de los menores que hace esto están en un estado de pulcritud que deja mucho que desear.
Esta costumbre puede llegar a ser atemorizante tanto para los turistas como para los ciudadanos que frecuentan el lugar e incluso algunos piensan que «podrían sufrir una agresión» en caso de no darles lo que piden. “Pienso que si no les doy como si me van agredir”, afirma un cliente que salía del supermercado, quien ha hablado con este medio sobre este particular.
Algunos ciudadanos incluso se quedan con la duda de si algunos de éstos jóvenes están necesitados realmente, porque alguno comenta haber caído en una una trampa similar, pensando que la persona estaba en necesidad y resultó que no era el caso. “No todos los que piden dinero en la calle son necesitados, algunos lo son y otros lo hacen para estafar a los bienhechores. Éstos últimos lo hacen de forma estratégica para robar”, asegura Francisco Nzó, un ciudadano con quien hemos podido hablar sobre el caso.
En el momento de convencer a los ciudadanos para que les den algo de dinero utilizan las mismas palabras: “no he comido esta mañana, quiero comer”. Éstas obviamente generan empatía en algunos ciudadanos, quienes terminan dándoles un poco de dinero. Y así hacen con cada cliente que sale o entra en el supermercado Martínez Hermanos o en algún otro negocio del lugar.
La semana pasada, comenta un testigo, se vivió una escena surrealista. Uno de estos jóvenes pidió limosna a un extranjero, quien en lugar de darle dinero le dió caramelos, algo que no le gustó al joven y empezó a seguirle extranjero como quien le exige algo y tuvo que ser otro ciudadano quien increpó al joven y dejó de seguir al extranjero.
Esta costumbre de pedir limosna por parte de estos jóvenes, muchos individuos piensan que a lo largo del tiempo podría influir negativamente en los ingresos de los negocios del lugar, además de mermar la imagen de la ciudad capital de Malabo. “Alguien debe hacer algo ya para arreglar esta situación, está en juego la reputación y la imagen de nuestro país. Sabemos que en todos los países se viven situaciones iguales, pero dudo que sea nuestro estilo de vida”, declara José Luís Moko, vecino de la zona.
Lo cierto es que se debe encontrar solución a este problema que no solamente afecta a los negocios y habitantes del lugar, a la ciudad de Malabo, a los clientes y transeúntes de la zona, sino también afecta a los propios jóvenes, si se tiene en cuenta que muchos de ellos son menores de edad y deberían estar en otro lugar, realizar actividades de jóvenes de su edad, por ejemplo en la escuela, y no pasar el día pidiendo limosna. Por lo que, las autoridades competentes deberían también tomar cartas al asunto para encontrar una solución sostenible a este problema.