La República Popular China, apodada «el gigante asiático», es el segundo país más poblado del planeta, al tiempo que la primera potencia económica en términos de PIB, tras haber operado lo que se ha dado a conocer como «el gran milagro económico» para transformar su economía.
Hoy en día, con 56 grupos étnicos, más de 1.400 millones de habitantes y sus más de 9 millones de km2 de superficie, es un país seguro, económica y políticamente potente, desarrollado, hermoso, con alta tecnología, de infraestructuras envidiables, país ecológico, pulcro, amigable, ordenado, controlado, con una impresionante diversidad cultural, país turístico, rico en tradiciones y reformas, país de alianzas y dotado de un marcado liderazgo político, entre otras maravillas que posee.
Tiene su propio sistema político, conocido como «Socialismo con Características Chinas», que resumimos en dos postulados:
- «Blanco o negro, lo que cuenta es que gato sea capaz de atrapar ratones» (inspirado por el Excmo. Sr. Deng Xiaoping);
- «Cruzar el río pisando las piedras» (proverbio popular que hace referencia al hecho de avanzar con pasos decisivos).
Es uno de los países con los que nuestro país mantiene excelentes relaciones de cooperación, que datan desde la época post colonial, y con quien tenemos firmados un sinfín de acuerdos, entre otras intenciones de cooperación. Se le considera un socio seguro por su interés por apoyar a sus amigos en el marco de la cooperación Sur-Sur, encaminada a conseguir un mundo mejor.
Por su parte, la idea de «Construir una comunidad de futuro compartido de la humanidad» es obra del Presidente chino, Xi Jinping, como estrategia para reformar y mejorar el sistema de gobernanza internacional.
En mi opinión, consiste en cinco postulados principales, cuales son:
➢ Respetar el principio de la igualdad soberana de todas las naciones del planeta;
➢ Crear un entorno de seguridad, equidad y justicia social;
➢ Promover un desarrollo abierto, innovador y de ganancias compartida;
➢ Aumentar la cooperación y promover la armonía entre civilizaciones;
➢ Promover un ecosistema medioambiental ecológico y saludable.
Parte de la tesitura principal que, en la actualidad la tierra, nuestro hogar común de todos, se enfrenta a múltiples crisis sin precedentes, situación que nos lleva a la pregunta del millón, que se ha convertido en una cuestión existencial: ¿Podrá la civilización humana sobrevivir a este nuevo escenario?
Ante este reto, China propone como estrategias que todos los pueblos deban permanezcan juntos en la adversidad, ya que nuestros destinos están interconectados, de forma que, los problemas de unos se convierten al mismo instante, en los de todos.
Esta es la idea de fondo de los diferentes planes de acompañamiento propuestos por China, tales como: la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la Iniciativa para el Desarrollo Global, la Iniciativa para la Seguridad Global, la Iniciativa para la Civilización Global.
Sin embargo, muy lejos de este enfoque optimista del futuro antropológico, se percata la persistencia de pretensiones hegemónicas y búsqueda del protagonismo por parte de algunas potencias, situación que deja en un saco vacío los esfuerzos de aquellos que trabajan por construir un auténtico mundo mejor.
La gran encrucijada en que se encuentra la humanidad tiene su punto de inflexión en dos fenómenos fundamentales, equiparables al enigmático caballo de Troya: nos referimos a los efectos de la globalización y el uso, o; mejor dicho, el abuso de la tecnología, al constituir ambos, armas de doble filo.
Si bien es cierto que, algunos de los efectos que conllevan, como el aumento de la integración social, económica y política entre los países, el intercambio de productos, servicios, tecnología, información, el turismo, entre otros, están cambiando de manera radical la estructura tradicional de las naciones al sacarlas de su aislamiento; sin embargo, no es oro todo lo que brilla.
Por su parte, las consecuencias negativas de los mismos son igualmente preocupantes y están conduciendo a la humanidad hacia un conflicto armado sin precedentes entre las naciones, al constatar que, la competencia solo tiende a generar la dependencia de los países pobres frente a los ricos.
Se trata, pues, de una nueva dinámica de las relaciones internacionales, donde la visión rousseauniana del hombre «bueno por naturaleza» está siendo suplantada paulatinamente por la hobbesiana, al constatar que el hombre está resultando «un lobo para el otro hombre».
Así lo deja vislumbrar la visión panorámica de la geopolítica contemporánea, cuya radiografía refleja los principales desafíos a los que se enfrenta actualmente la humanidad: déficit de paz y aumento considerable de las amenazas, existencia de múltiples problemas, resurgimiento de una nueva Guerra Fría, crisis de gobernanza, crisis energética, crisis alimentaria, inestabilidad sociopolítica e incertidumbre total, la desigualdad y la pobreza, la ampliación de la brecha entre los países desarrollados y los subdesarrollados, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la sobreexplotación de los recursos naturales, la pérdida de identidad, la desaparición de lenguas, y; en definitiva, la explotación del hombre por el hombre, factores todos, obstáculos para el progreso global de la humanidad, y a los que el gigante asiático hace un llamamiento a la reflexión.
Por tanto, la nueva era que propone China exige nuevas ideas para un desarrollo positivo, dado que, la hegemonía de unos es el principio del declive global. El curso actual de los acontecimientos sociopolíticos parece forjar a la humanidad ante un dilema, una especie de disyuntiva que la cinematográfica ha representado en forma de dos capsulas (la roja y la azul), a escoger una.
Mientras los defensores de la ideología pesimista pretenden restablecer una la Guerra Fría, situación que lleva irremisiblemente a la perdición; en cambio, fortalecer la solidaridad y la cooperación son la mejor y más viable de las alternativas para salvar el futuro de la humanidad.
Ante esta disyuntiva, nuestros dos Presidentes amigos, SS.EE. OBIANG NGUEMA MBASOGO Y XI JINPING, de Guinea Ecuatorial y China respectivamente, son partidarios de construir un mundo abierto, inclusivo, limpio y hermoso que disfrute de una paz duradera, una seguridad común y una prosperidad segura. Este es el sueño de nuestros dos Partidos amigos: el Partido Comunista Chino (PCCH) y el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE).
Por tanto, es de cuestionar el nuevo cáncer que sacude a la humanidad a partir de los años ochenta, bajo la forma de enormes corporaciones mercantiles y multinacionales que tienen el ambicioso deseo de establecer a la fuerza un nuevo orden mundial con sus dudosas políticas de ajuste y las maniobras económicas que amenazan con estrangular definitivamente las economías débiles.
No es razonable exigir la apertura a unos países mientras se cierra la puerta a otros. En lugar de ciertas camarillas y elites clientelistas, es necesario fomentar el multilateralismo, puesto que, el mundo debe ser justo y libre de prácticas dominantes.
Obras son amores y no buenas razones, así lo viene manifestando China mediante acciones y contribuciones en la talidad de países con los que mantiene relaciones de cooperación, a través de iniciativas como: la iniciativa de la Franja y la Ruta, la creación del Fondo de Desarrollo Global y Cooperación Sur-Sur, el lanzamiento del Fondo Fiduciario de Cooperación Sur-Sur China-FAO, entre otras acciones; encaminadas todas ellas a fomentar la cooperación entre los pueblos.
A nivel concreto de nuestro país, Guinea Ecuatorial, la influencia china resulta palpable en la cuasi totalidad de los sectores vitales: educación, sanidad, infraestructuras, tecnología, agricultura, turismo, finanzas, cultura, comercio, arte, etc., así lo dejan ver la existencia de brigadas médicas en los hospitales, el establecimiento de la cámara de comercio de China en nuestro país, la concesión anual de becas de estudio a los jóvenes, los cursos de capacitación de recursos humanos de nuestra administración, el establecimiento del Instituto Confucio en nuestro país, los cursos de formación del idioma chino en la UNGE y varias instituciones educativas, entre otras acciones.
Por tanto, el futuro de la humanidad está llamado a ser brillante y no gris, como se contempla hoy en día, solo es cuestión de tiempo. Este ambicioso objetivo no puede lograrse de la noche a la mañana, sino que se requiere tiempo y arduo trabajo.
Es evidente que, las perspectivas del mundo para el 2050 son optimistas y reconocen que hemos recorrido un largo camino desde el comienzo de la historia de la humanidad, habiendo dejado de ser cazadores-recolectores a ser la especie más avanzada de la tierra.
Sin embargo, en la época actual nos enfrentamos todavía a grandes retos que recuerdan a la humanidad la necesidad de armonización de criterios de actuación para salvar el destino final de nuestro planeta, remando todos hacia la misma dirección.
Por tanto, querer es poder, y la unión hace la fuerza. Entre todos somos más fuertes y; por consiguiente, podemos conseguir un mundo mejor. La cuestión no es llegar el primero a la meta, sino llegar juntos, aspecto que la filosofía africana ha recogido bajo el concepto de «ubuntu», una especia de llamamiento y profunda comprensión de la interconexión entre los individuos y la comunidad en su conjunto.