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Los juguetes sexuales entran en la disputada campaña electoral de Tailandia

Son ilegales en este país y al vendedor de este tipo de artilugios de placer le pueden caer hasta tres años de cárcel.

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En cualquier calle céntrica de Bangkok, Tailandia, se puede comprar un porro del tamaño de una pajita del McDonald’s. Pero si lo que busca es un vibrador, tipo Satisfyer, para jugar en solitario o en compañía, debería saber que los juguetes sexuales son ilegales en este país, y que al vendedor de este tipo de artilugios de placer, le pueden caer hasta tres años de cárcel.

Esa es la pena que estipula el artículo 287 del Código Penal. Pero en el reino budista están de campaña electoral y hay quien ha pensado que, igual que regularizar el cannabis a finales del año pasado contó con amplio apoyo popular, sobre todo por todo el turismo que atrae ser el nuevo Ámsterdam del Sudeste Asiático, además de los impuestos que se recaudan, pues pueden caer muchos votos a quien prometa legalizar los juguetes sexuales.

Esa es la propuesta del Partido Demócrata de Tailandia, la formación más antigua del país, de corte conservadora y muy monárquica, que ha llegado a tener hasta cuatro primeros ministros desde 1946. Representando a este partido para las elecciones generales del próximo 14 de mayo está el actual viceprimer ministro, Jurin Laksanawisit, quien busca captar al electorado, sobre todo al más joven, al incluir esta peculiar promesa en su programa electoral.

Como era de esperar, rápido los titulares de los medios locales destacaron la propuesta. Y algunos comentaristas tailandeses opinaron que se trataba de una manera de llamar la atención por parte de un partido que ya fracasó en las anteriores elecciones de 2019 y que ahora no para de caer en picado en las encuestas, con apenas un 10% de intención de voto.

Lo cierto es que en mercadillos como el de Patpong, uno de los barrios rojos de Bangkok, se encuentran con facilidad juguetes sexuales, muchos de ellos fabricados en Japón. Pero otra cosa que defienden desde el Partido Demócrata con la legalización de estos productos es que así podrán pasar un control de calidad, y no como ahora, que cualquier cosa llega a manos del cliente sin pasar un filtro.

«Los juguetes sexuales son útiles porque podrían conducir a una disminución de la prostitución, así como al divorcio debido a la falta de coincidencia de la libido sexual y los delitos relacionados con el sexo», dijo esta semana una portavoz del partido. «El Gobierno también está perdiendo la oportunidad de recaudar impuestos sobre la importación legal de estimuladores eróticos», sentenció.

Amelia Santander Camarero
Amelia Santander Camarero
Periodista y Redactora en la Revista Real Equatorial Guinea