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La cumbre del clima de Dubái arranca con la aprobación de un nuevo fondo para compensar a las naciones más vulnerables

En esta COP28 que participa el Jefe de Estado ecuatoguineano Obiang Nguema Mbasogo, se ha indicado que el Banco Mundial se encargará de gestionar este nuevo instrumento que debe ayudar a los países más pobres que son golpeados por los fenómenos extremos

Revista Real EG
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Un importante avance en el arranque de la cumbre del clima, la COP28, que ha comenzado ayer jueves en Dubái, y en la que participa el Jefe de Estado ecuatoguineano Obiang Nguema Mbasogo, es que los representantes de los casi 200 países que participan en estas negociaciones han acordado el establecimiento de un nuevo fondo de pérdidas y daños que persigue compensar a las naciones que son especialmente vulnerables ante los desastres que ya ha producido (y los que causará), una crisis climática de la que estas naciones no son las principales responsables.

La creación de este mecanismo fue la principal conclusión que salió de la anterior cumbre celebrada en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij hace un año, pero quedaba por fijar cómo sería su funcionamiento, que se ha acordado en el primer día de esta conferencia de Dubái.

El Sultán al Jaber, el presidente de la COP28, ha calificado este acuerdo de “histórico”. Y también ha incidido en que nunca antes se había cerrado uno de los temas principales de discusión, como era este fondo, en el primer día de una cumbre climática. Esto ha sido gracias al trabajo previo realizado antes de que comenzara esta cita y, especialmente, la reunión que se celebró a primeros de noviembre en Abu Dabi, también en Emiratos Árabes Unidos (EAU), en la que quedó prácticamente todo acordado para que se aprobara el fondo ahora.

El Banco Mundial será el encargado de tutelar y gestionar este nuevo fondo, cuyo principal propósito es “ayudar a los países en desarrollo que son particularmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático” a poder hacer frente “a las pérdidas y daños económicos y no económicos asociados con los efectos adversos” de esta crisis, entre los que están “los fenómenos meteorológicos extremos y los fenómenos de evolución lenta”, como sería la subida del nivel del mar.

De hecho, en el documento aprobado se citan “las emergencias relacionadas con el clima”, el aumento del nivel del mar, y los desplazamientos y migraciones que van asociados a estos eventos.

La duda que ha rondado desde el principio en este asunto es quién se encargaría de dotar este fondo. Aunque en el acuerdo se invita a los países desarrollados, que encabezan la lista de responsables históricos del cambio climático, a que tomen la iniciativa y aporten dinero a este nuevo mecanismo para que pueda entrar en funcionamiento, el texto es suficientemente abierto para que otras naciones puedan contribuir también. En este apartado muchas miradas se dirigen a China, que aunque no tiene una responsabilidad histórica tan grande como Europa y Estados Unidos, ahora es la primera potencia emisora de gases de efecto invernadero.

El fondo estará abierto a “recibir contribuciones de una amplia variedad de fuentes de financiación, incluidos donaciones y préstamos en condiciones favorables de fuentes públicas, privadas e innovadoras”. Este último término deja una puerta abierta a que en un futuro se pueda poner en marcha algún tipo de instrumento que grave a las compañías o actividades que más sobrecalientan el planeta.

Hace unas semanas, el secretario general de la ONU, António Guterres, instaba a los “magnates” de los combustibles fósiles a compensar a aquellos que más están sufriendo esta crisis climática.

El texto aprobado en el inicio de la COP28 pide al Banco Mundial que tenga en funcionamiento este mecanismo durante el próximo año. Y, tras la aprobación del acuerdo, Sultán al Jaber ha anunciado que Emiratos Árabes Unidos aporta 100 millones de dólares para la puesta en marcha del fondo. Alemania ha anunciado otros 100 millones de dólares más.

En su conjunto, los Veintisiete países de la Unión Europea contribuirán con al menos 225 millones de euros, aunque la cifra concreta de cada nación se anunciará durante los próximos días, como ha explicado Valvanera Ulargui, directora de la Oficina de Cambio Climático española, quien ha hablado en nombre de todos los miembros de la UE.

También han tomado la palabra otros países, como el Reino Unido, que ha puesto sobre la mesa 60 millones de libras (unos 76 millones de euros). Estados Unidos ha prometido 17,5 millones de dólares y Japón otros 10 millones más. Para conocer la cifra inicial con la que nace este fondo habrá que esperar al final de la COP, pero para realmente hacer frente a estas pérdidas y daños no bastan cientos de millones, sino cientos de miles de millones cada año.

El Banco Mundial será el encargado de tutelar y gestionar este nuevo fondo, cuyo principal propósito es “ayudar a los países en desarrollo que son particularmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático” a poder hacer frente “a las pérdidas y daños económicos y no económicos asociados con los efectos adversos” de esta crisis, entre los que están “los fenómenos meteorológicos extremos y los fenómenos de evolución lenta”, como sería la subida del nivel del mar. De hecho, en el documento aprobado se citan “las emergencias relacionadas con el clima”, el aumento del nivel del mar, y los desplazamientos y migraciones que van asociados a estos eventos.

La duda que ha rondado desde el principio en este asunto es quién se encargaría de dotar este fondo. Aunque en el acuerdo se invita a los países desarrollados, que encabezan la lista de responsables históricos del cambio climático, a que tomen la iniciativa y aporten dinero a este nuevo mecanismo para que pueda entrar en funcionamiento, el texto es suficientemente abierto para que otras naciones puedan contribuir también. En este apartado muchas miradas se dirigen a China, que aunque no tiene una responsabilidad histórica tan grande como Europa y Estados Unidos, ahora es la primera potencia emisora de gases de efecto invernadero.

El fondo estará abierto a “recibir contribuciones de una amplia variedad de fuentes de financiación, incluidos donaciones y préstamos en condiciones favorables de fuentes públicas, privadas e innovadoras”. Este último término deja una puerta abierta a que en un futuro se pueda poner en marcha algún tipo de instrumento que grave a las compañías o actividades que más sobrecalientan el planeta. Hace unas semanas, el secretario general de la ONU, António Guterres, instaba a los “magnates” de los combustibles fósiles a compensar a aquellos que más están sufriendo esta crisis climática.
El texto aprobado en el inicio de la COP28 pide al Banco Mundial que tenga en funcionamiento este mecanismo durante el próximo año. Y, tras la aprobación del acuerdo, Sultán al Jaber ha anunciado que Emiratos Árabes Unidos aporta 100 millones de dólares (unos 92 millones de euros) para la puesta en marcha del fondo. Alemania ha anunciado otros 100 millones de dólares más. En su conjunto, los Veintisiete contribuirán con al menos 225 millones de euros, aunque la cifra concreta de cada nación se anunciará durante los próximos días, como ha explicado Valvanera Ulargui, directora de la Oficina de Cambio Climático española, quien ha hablado en nombre de todos los miembros de la UE. También han tomado la palabra otros países, como el Reino Unido, que ha puesto sobre la mesa 60 millones de libras (unos 76 millones de euros). Estados Unidos ha prometido 17,5 millones de dólares y Japón otros 10 millones más. Para conocer la cifra inicial con la que nace este fondo habrá que esperar al final de la COP, pero para realmente hacer frente a estas pérdidas y daños no bastan cientos de millones, sino cientos de miles de millones cada año.

“Este acuerdo es un primer paso fundamental para garantizar que estas comunidades empiecen a recibir el apoyo que necesitan desesperadamente, aunque es un fondo que se queda corto para lo que realmente necesitan y que se merecen”, ha señalado a través de un comunicado Tracy Carty, experta en políticas globales de Greenpeace Internacional. “Lo que no está claro es de dónde va a salir el dinero”, ha añadido. “Los acuerdos de esta COP deben asegurar que los países ricos que más han contribuido al cambio climático sean los que más paguen. Además, se debe obligar a que la industria de los combustibles fósiles, que sigue ganando miles de millones explotando petróleo, gas o carbón, pague por los daños que ha causado”, ha afirmado esta activista.

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